Olba |
LAS FOTOS DEL DÍA 16/10/2016
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La descripción de Angel:
Se dice de Olba que sus habitantes alardean de su molino porque nunca dejó de tener aguas para moler y porque trabajó sin descanso cuando más lo necesitaban, pero hay también un precioso valle con un río que reparte pequeñas aldeas de nombres ilustres por donde discurre hoy el camino. Este es suave, sin apenas desnivel, y va entre tierras de labranza, zarzales de hojas tiernas, fuentes claras, brezo, durillo, chaparrales, un mar de pinos y pequeñas sabinas. Y bajo un toldo azul claro con vientos frescos y sol de primavera. También por una Ermita con su aljibe y su porche, algo de de altar y alguna pintura triste bajo un cubierta que parece preguntar por qué me abandonaron, por qué estoy casi derruida. Y va también entre las sombras de lo que debió ser una masía. Y alegres campos de margaritas y amapolas y retama florida y los pájaros vividores que entre ellos se entienden y entre ellos se llaman y el sonido transparente del agua que desde un ribazo da un salto y desde la cola el rio habla.
Quizá por escuchar el agua del río y contemplar su paso decimos descansar y comer en su ribera entre fresnos y cañas. No imaginaba que luego, siguiendo la senda, vería la fuente de la salud. Agua que nace, juega y se esconde y que allí vive pequeñita resguardada de misterio, algo de cariño y plantas verdes al pié de un cañón de enormes paredones grises que se coronan con otro río, o, acueducto hace algunos siglos por el hombre construido.
Ya en el pueblo, con el sudor todavía bajo la mochila, uno se sienta en un banco de madera mirando el infinito, mirando la soledad y el cielo. Felizmente cansado, pero aturdido y desorientado por saberse fuera de su lugar y experimentando una pérdida: el fin del camino,. Tal vez comparable a la pérdida del paraíso.
Valencia 17 de Mayo de 2013
Ángel Núñez Cámara.
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